martes, diciembre 07, 2010

Comentario del libro “El amor es vacío”. Luis Darío Salamone, por Gastón Cottino

Del latín Amare, derivado de Amable, amabilidad, Amador, Amante, amasia "enamorada", amasiato "amativo", "amatividad". Amatorio, Amor, amorcillo, amorío, amoroso, desamor, desamorado, enamorar, enamoradizo, enamoramiento, enamoricarse. Amigo. Amicus, amiga, amigable…. Términos que fueron naciendo uno a uno y hoy son parte de etimología de una de las palabras tal vez más dichas, gastadas y plenas de la humanidad: el Amor. Sin embargo Luis elige seguir a Lacan y pregonar desde el título que "el amor es vacío". Nos encontraremos con trabajos que se dejan leer con la cadencia propia de la literatura y con un espíritu que lo lleva a buscar en múltiples sitios de la cultura las estructuras propias del fenómeno amoroso, reverso del viejo psicoanálisis aplicado, tal como lo quería Lacan. Así se desandan los caminos de la historia medieval, de la historia del psicoanálisis, pasando por los clásicos del rubro como los amores locos, el donjuanismo, lo soltería (para ambos bandos), el matrimonio, la infidelidad, etc. Siempre vistos a la luz del psicoanálisis, o sería mejor decir a la luz de la experiencia del psicoanálisis, teniendo en cuenta que hay citas del transcurso de ciertos análisis que pueden decir de maravillas la teoría puesta en juego. Y que además, el autor ha atravesado un análisis y lo hemos escuchado dar cuenta de algo de este amor en tanto que vacío, pero también en tanto que invención. Al final conviene dejar sembrado el primer párrafo con la esperanza de que el lector, sea o no psicoanalista, se permita el lento desplegar de su trama amorosa, desamorada, amativa y amigable: "Mis amigos de entonces, cuando nos reunimos, suelen recordar la cara que puse cuando conocí el mar. Al pisarlo, como una forma de recibirme, me trajo una botella con un mensaje. Cuando la abrí entusiasmado y saqué el papel, éste resultó ilegible. El agua había borrado un solitario intento de comunicación. Solo algunas letras permitían adivinar la palabra amor. Sólo algunas letras". Nos queda la posibilidad de ir atentos por las orillas. Una carta, aun dentro de una botella, siempre llega destino, al menos eso nos dice el libro de Luis.

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