Presentación de PARA UNA IZQUIERDA LACANIANA... de Jorge Alemán
por Miriam Chorne
Libro singular es lo que mejor define a Para una izquierda lacaniana. Es singular en tanto se sitúa en su relación con el propio tiempo dentro de la tradición emancipatoria de la izquierda; su autor Jorge Alemán realiza un ejercicio de pensamiento a lo largo de los diversos ensayos - escritos en distintos momentos y dedicados manifiestamente a muy distintos temas - pero orientados sin embargo por un mismo compromiso ético-político. Añadamos por nuestra parte ¿Cuánto hace que la izquierda mantiene un silencio clamoroso? Frente a la falta de palabras de la izquierda surge la infatuación de la derecha que pretende que lo que no es más que contingencia de la historia se convierta en un hecho practicamente natural, “esencializado”, del que no sea ya posible concebir su exterior, como si fuera un saber absoluto. Y es aquí donde encuentra lugar la interrogación de Alemán “¿Existe aún en los impasses de estos tiempos respecto de una salida del capitalismo un saber en reserva y a descifrar?”
Es singular por su osadía de reunir en un sintagma dos “términos que no han surgido en principio para estar juntos y que por tanto abren siempre una cuestión sobre la legitimidad de su vinculación”. Al formular la expresión “izquierda lacaniana” Jorge Alemán no ignora el tratamiento tan crítico cuando no directamente irónico de Lacan respecto de la izquierda clásica. Sus aseveraciones “la revolución como retorno al mismo lugar”, “la protesta como un llamado a un amo todavía más feroz” por ejemplo, no son suficientes sin embargo para obligar a retroceder a Lacan respecto de los desafíos que supone pensar la realidad social. El Seminario XVII, El reverso del psicoanálisis, entre otros testimonios constituye buena prueba de ello. El libro que hoy comentamos es la comprobación de que tampoco Alemán renuncia a pesar de su pesimismo civilizatorio a pensar que un proyecto de emancipación sea posible. El pesimismo civilizatorio que ya está presente en Freud es desvelado por Lacan cuando retoma en el Seminario VII, La ética del psicoanálisis. Freud retrocede ante el principio “amarás a tu prójimo como a tí mismo” ¿Es que se puede amar en el Otro su mal? ¿Puede acaso el amor apuntar a su goce como nocivo? Freud dice que no se puede llegar hasta ese extremo porque ese mal es el mismo que habita en mí y provoca que yo desee la explotación de mi prójimo, su mutilación y hasta su asesinato. Lo escribe en “El malestar de la cultura”.
“El hecho de presentar al colectivo social y también al sujeto como constituidos a partir de una fractura incurable y sin solución descartan en Lacan toda posibilidad de reconciliación de la sociedad con ella misma.” Pero esta ausencia de plenitud del colectivo social no debe ponerse a cuenta de ningún déficit sino por el contrario a favor de una posibilidad de transformación imprevisible.
Pero, es también singular en la medida en que su voz resulta tan a contracorriente de los discursos propios de la época, los que desde el discurso neo-liberal en lugar de hacerse responsables de la llamada crisis del capitalismo ofrecen explicaciones inicuas e irrisorias a la crisis del sistema (en términos de la codicia de los altos ejecutivos, por ejemplo). En el primer artículo del libro y el que le da su título, Alemán propone en cambio que es “la ausencia de un límite, un límite que haga barrera a la deriva financiera incontrolada” lo que podría ofrecer una explicación alternativa. Incluso llega a impugnar que la actual sea una “crisis del capitalismo” y propone en su lugar que se trataría de un desarrollo del propio capitalismo “capaz de poner en crisis a todas las estructuras que hasta ahora venían simulando su regulación: desde las naciones y sus agrupamientos, las instituciones mundiales hasta las medidas económicas que pretenden paliar la emergencia. Todo se reabsorbe y diluye en los movimimientos del mercado.”
Es singular por enunciarse en primera persona, por no escabullirse de la responsabilidad de hablar de una manera comprometida, por no borrar la enunciación lo cual conlleva que en el lector o auditor se suscite un movimiento de respuesta igualmente concernido en primera persona. Aunque Alemán justifique dicho procedimiento retórico en “el carácter extremadamente conjetural”, en la “clara dimensión especulativa” de su tentativa, dice por ejemplo en la página 27 “si hubiera algo así como una izquierda lacaniana”, lo que está en juego es algo muy distinto. Conociéndolo como lo conozco ya desde hace muchos años esa forma me parece propia de él, consustancial a su ser y es lo que hace que sus intervenciones resulten siempre algo tan vivo. Pero además responde a un afán revelador de la lógica del discurso del amo como queda en evidencia en el texto que lleva por título Lógica lacaniana: un caso de la escritura psicoanalítica, en el que compara a partir de unas páginas de Lacan en L'Etourdit el modo de escritura científico y el modo psicoanalítico, entendiendo que este último siempre se sustrae a todo proyecto totalizante. Dice allí “Si la lógica simula un enunciar desde ninguna parte es a los fines de ocultar algo. Se pone al servicio de ocultar que un enunciado hay que enunciarlo. La lógica del enunciado sirve de coartada al discurso del amo, sustrayendo el hecho de que hay enunciación. El enunciado aparece como producido sin ningún tipo de enunciación que lo afecte. El “que se diga” queda olvidado. Tal olvido es el rechazo del sujeto, es la pretensión de un discurso sin sujeto.”
Es singular por el valor de sostener en una comunidad -la psicoanalítica- profundamente homogénea a pesar de las apariencias, su interés por pensadores sometidos a sospecha por ser protagonistas de la revolución conservadora, en particular sin duda Heidegger, pero también C.Schmitt. En sus trabajos individuales o en colaboración con su amigo Sergio Larriera ha sabido mostrar el potencial crítico de un discurso, el heideggeriano, que disuelve las ilusiones, en primer término la fe en el progreso de la modernidad burguesa, en el humanismo y develando al mismo tiempo en el desarrollo tecnológico actual un avatar del discurso capitalista.
Es singular también en el hecho de ser capaz de hablar o de escribir con autoridad de muy diversas disciplinas. El conjunto de los siete ensayos que reúne el libro, si consideramos como uno más el debate con E. Laclau, se ocupan en primer lugar de psicoanálisis, o mejor dicho el psicoanálisis está presente en todo lo que se dice, hable de lo que hable, mostrando su dignidad fundante en el discurso de Alemán, pero también se ocupan de política, lógica, gramática, filosofía como ninguno de nosotros podría hacerlo. Los diversos textos se muestran como de orientación lacaniana por un rasgo fundamental: todos escapan a la operación formal universalizante, se sustraen a la totalización. Por otra parte, el lector advertirá de inmediato que la prosa de Jorge Alemán no sólo escapa a la división de saberes sino también a la usual distinción de géneros. En ella la forma propia de la reflexividad científica con su voluntad de rigor y precisión conceptual, su claridad excepcional se acompaña de una dimensión poética, de una voluntad de estilo, de la búsqueda del hallazgo afortunado. Esta doble obediencia al rigor y al impulso lírico constituye una marca de identidad propia de su escritura.
Les recomiendo calurosamente la lectura de este libro, en cada uno de los ensayos encontrarán relaciones sugerentes, esclarecimientos reveladores pero probablemente los textos más soberbios sean el ensayo dedicado a “El legado de Freud”, refulgente en cuanto a la relación de la ley con el goce y maravilloso literariamente hablando, y el artículo “¿Por qué los significantes vacíos son importantes para la política?” en un género por completo diferente ya que es una transcripción de un debate oral con Ernesto Laclau en el cual procura señalar el límite de la implantación de la teoría del inconsciente lacaniano en el campo de la filosofía política, límite que encuentra en que el punto de vista lacaniano no es sólo mostrar cómo un vacío exterior e irreductible condiciona el edificio simbólico, sino también cómo dicho vacío es colonizado por el cuerpo que goza. En la lógica lacaniana no son lo mismo las operaciones propias del significante que las pulsaciones temporales de la pulsión. Las paradojas del significante aunque condicionadas por lo real imposible no se confunden con él.
En el primer escrito “El legado de Freud”, Alemán propone la tesis de que fue Lacan quien supo captar que el Freud posterior a 1920, es decir posterior a “Más allá del principio del placer” , consiguió hacer coincidir la invención del psicoanálisis con un pensamiento político nuevo, otorgándole plena actualidad a ese legado. La ley no es aquello que pretende ser - trascendente y desinteresada – porque mantiene una relación estructural con la pulsión de muerte. El superyo es una pulsión disfrazada de Ley.
Desde entonces no hay ninguna oposición entre el poder y la pulsión. Al contrario, nos enseña Freud, el corazón de las tinieblas está en cada uno de nosotros. Alemán escribe “(...) pueden caer los opresores pero nunca la opresión, la emancipación puede ser la vía para instaurar un amo más feroz, el amor puede esconder una hostilidad homicida, la hostilidad una firme servidumbre amorosa hacia aquello que se odia y también el propio psicoanalista ser sin saberlo el portavoz de la neurosis obsesiva que quiere interpretar lo imposible.”
Todo ello modifica la versión política del hombre común, versión que puede valer también como una descripción de las instituciones. Cito nuevamente “De este modo la verdadera fuerza conservadora, lo que impide la transformación radical, lo que en suma sostiene la hegemonía cultural del capitalismo tardío, no está sólo en los aparatos ideológicos, ni en las técnicas disciplinarias, ni en la extensión sin límites de las redes de las mercancías. Todo esto ciertamente cumple su función, pero sería insuficiente si no se entendiera gracias a Freud, que una civilización siempre se sostiene de un modo esencial en la propia constitución turbulenta de un sujeto.” Y añade dos páginas más adelante que “si Freud nunca nombró cuál sería la civilización más pertinente para el ser hablante, sí afirmó que si la misma se soporta exclusivamente en la satisfacción de una minoría se vuelve insostenible.” Como lo afirma en “El porvenir de una ilusión” citado por Alemán, “una civilización así ni tiene ni merece la expectativa de una existencia duradera.”
Por otra parte, la actualización de la descripción freudiana supone reconocer el poder creativo de la dominación capitalista que no se limita a la extracción de la plusvalía desvelada por Marx sino que además - como lo afirma Alemán en una nota escrita en relación al tema del próximo Congreso de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis – hace que “el discurso del Amo contemporáneo nutr(a) al “para todos” con individualismo mercantil que impregna al propio Estado y sólo deja un “subdesarrollo” amontonado en su plus de gozar para los excluídos.” Que cada uno construya su identidad según su modo de gozar, podría ser la consigna de nuestro tiempo frente a la cual las apelaciones de los filósofos contemporáneos resultan cuando menos inanes. ¿A dónde nos lleva la apelación a la estética de la existencia? ¿A los relatos irónicos de uno mismo? ¿A darnos nuestra propia identidad en un uso de los placeres? Jorge Alemán con una gran escoba intelectual barre todas esas propuestas a las que considera prefreudianas.Todas siguen confinadas en la oposición Poder-Expresión que Freud desmontó.
En el debate con Laclau retomando este tema Jorge Alemán propone que “El discurso capitalista se caracteriza por ser una apropiación particular del goce, que socava lo universal aunque se sostenga como globalización. Por eso me permití en su momento comparar este discurso capitalista con lo que Heidegger llama “la técnica”, es decir, una voluntad que sólo se quiere a sí misma y a su realización, que no puede ya ser regulada por nada ni por nadie y que no encuentra ningún tipo de expresión comunitaria ni política.”
Para que el pathos político-mesiánico sea posible, encuentre un fundamento es necesario ser optimistas, mantener viva la esperanza: hay que unir el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la razón, nos dice Alemán. La parte de su visión desolada se despliega a través de una metafórica de la fragmentación, de los resquicios y las fisuras pero encontrando cada vez en las propias limitaciones de la utopía totalizante las condiciones de la apertura a la invención política.
Es ese pathos político-mesiánico el que me inspira más reservas. No es que no me guste, al contrario me resulta importante incluso que exista, puedo ser sensible al parentezco entre el momento de ruptura en lo social y el decisionismo en lo individual. Efectivamente el hecho de que un sujeto esté determinado estructuralmente por aquello que lo antecede, jamás borra la decisión insondable que ninguna estructura puede eliminar. En el dominio social no es seguramente diferente. Sin embargo creo que no siempre es necesaria la ruptura, posiblemente ni siquiera sea deseable.
Quiero al ir terminando, tomar una cuestión a la que Jorge Alemán se ha mostrado sensible y que me parece, que aunque marginal en relación al tema del libro es sin embargo importante, me refiero al de las políticas de la recepción - cómo se importan saberes, cuál es la política de traducción y de edición, etc - Al mencionar al comienzo del debate con Laclau que en la bibliografía de este autor, de Zizek, de Butler, de Copjec, de los pensadores que se sirven de Lacan para renovar el pensamiento de la izquierda existe una ausencia completa de autores hispano-parlantes a pesar de los muchos años de transmisión de la enseñanza de Lacan en nuestra lengua, al indicar que el régimen de circulación del saber universal no parece acoger a los autores lacanianos hispano-parlantes, Alemán se pregunta “¿Son algo más que un dato antropológico? ¿Lo concebido en nuestra lengua es rechazado por el lugar desde donde se enuncia?” Quizás sea la existencia de Alemán aquello mismo que introduce un cambio en esta dinámica. Eso espero.
Y ahora sí finalizo esta presentación con mi agradecimiento a Jorge Alemán por haberme elegido para hacerla, figurar como una amiga suya, junto a Mercedes de Francisco y Javier Garmendia, es para mí una alegría y un honor.
Madrid, 2009
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