miércoles, febrero 24, 2010

El asesinato del psicoanálisis, Agnès Aflalo

PROXIMA EDICION EN ARGENTINA
Traducción: Jesús Ambel

Agnès Aflalo présente son livre, "L'assassinat manqué de la psychanalyse", publié aux éditions Cecile Defaut. Préfacé par Bernard-Henri Levy, il revient sur les enjeux essentiels de la tentative de faire disparaitre la psychanalyse, à partir de l'amendement Accoyer mais aussi sur l’analyse du malaise contemporain que produit l’évaluation.


martes, febrero 09, 2010

Comentario de La orientación es el síntoma, de Viviana Fruchtnicht



.332 - Sábado 8 de febrero de 2010






El anclaje de Jacques Lacan en la Argentina

El psicoanalista Germán García encuentra en el libro de Fruchtnicht un interesante cruce de teoría y experiencia clínica donde se relacionan el síntoma, el sentido y lo real

GERMÁN GARCÍA






Introducción a la lectura de Jacques Lacan, el libro inaugural sobre su enseñanza fue publicado por Oscar Masotta en 1970. En estas tres décadas la expansión de la orientación Lacaniana, tanto en nuestro país como en nuestra lengua, sorprende a propios y a ajenos. Las interpretaciones no se hicieron esperar y en la realidad se han constituido archivos sobre la historia del psicoanálisis en castellano en diversas instituciones, ciudades y países.

Menos atención se ha prestado a la producción de libros sobre los diversos temas y problemas que se encuentran en innovaciones de Jacques Lacan. No es éste el lugar para exponer una explicación más de este fenómeno, si se quiere de este síntoma, de nuestra cultura. Digamos, al pasar, que Sigmund Freud fue resistiendo hasta que llegó como un efecto retroactivo de la difusión de Jacques Lacan. Era verdad en lengua Francesa, entonces era verdad.

1. Edward Said, a partir de una de Adorno analiza lo que llama “el estilo tardío”; el momento en que alguien decide qué hará con el tiempo de un futuro cuya duración es previsible. Unos buscan la serenidad, otros dejan de lado lo que realizaron y se embarcan en una empresa riesgosa. Entre los primeros están autores como Borges; entre los segundos podemos nombrar a Joyce que después de Ulises se obstina –contra la opinión de sus amigos– en el Finnegans Wake. También Jacques Lacan, en lo que se llama su “ultima enseñanza”, vuelve a configurar su trabajo pasado. Así como el Finnegans sostiene lo que se ha llamado “la industria Joyce”, esta última enseñanza mantiene el interés renovado por el conjunto de su producción.

2. En esta perspectiva hay que leer La orientación es el síntoma (Grama), el libro de Viviana Fruchtnicht que parte, como corresponde, del nudo que forma el síntoma, el sentido y lo real. Que a partir de este nudo se subraye la pertinencia de la clínica, la ética, la política y la episteme supone que los términos anteriores están situados de otra manera. Ya no se trata de una clínica donde lo imaginario era rectificado por lo simbólico, ni de una ética del deseo que podría prescindir del goce, ni de una política del síntoma que no entiende lo real. Y en cuanto a la episteme, el último Lacan cambia cuando dice “el truco analítico no será matemático”. El psicoanálisis no procede como la ciencia.

Viviana Fruchtnicht no intenta nada que se parezca a una monografía, sino que entreteje su argumentación con el hilo singular del trabajo clínico, que conduce de lo particular a lo particular y evite la “aplicación” de los conceptos como reducción de la singularidad de alguien a la generalidades que circulan en cada momento histórico.

3. Si comparamos este libro con alguno de los tantos que se ha publicado en los últimos años, se notará el cuidado puesto en las secuencias de las argumentaciones y la manera en que la autora sabe dejar hablar a su tema para introducir su voz en los momentos en que se refiere a su “modesta” experiencia clínica. Podemos decir que no tiene el hábito, tan extendido, de olvidar las comillas y las referencias. El lector podrá advertirlo en la precisión de las notas al pie de página.

Es verdad que A. Grafton dice que en las notas están las tensiones y las batallas que no entran en el texto; pero nuestra autora es pacífica y sus notas esclarecen al lector sobre las fuentes a las que recurre.

4. Este libro no se puede resumir ni parafrasear para que el lector de la reseña tenga la ilusión de saber de qué se trata sin su lectura.

La fuerte presencia de la enseñanza de Jacques-Alain Miller y la sólida cultura de la autora garantizan la “orientación” del libro mismo que, al igual que el psicoanálisis, se sabe un síntoma inscripto en el tiempo donde el futuro implica la retroacción.

El capítulo titulado “La transferencia siempre es actual” despeja las sutilezas que llevaron a Jacques Lacan a recurrir a El banquete de Platón y a volver sobre el tema pocos años después, en una perspectiva renovada. Es que los misterios de la transferencia, como los misterios de París, comprometen cualquier cosa que circule como significativa y en particular el valor que en el psicoanálisis tiene el “amor autentico” (expresión usada el referirse a la transferencia).

Es por eso que cuando se afirma que el psicoanálisis es un síntoma de la cultura hay que recordar que, entre otras cosas, la transferencia desbarata la ilusión de cualquier metalenguaje. El capítulo titulado “El operador del acto analítico es el deseo del analista” expone las implicaciones de esta posición: “hacer de un fracaso un operador”.

A modo de conclusión: la falta de subtítulos en esta breve nota está motivada en el hecho de que el libro de Viviana Fruchtnicht, dividido en diez capítulos, está titulado con tanto acierto que no se podría hacer otra cosa que repetirlo o -que es lo que he decidido- invitar al interesado a su lectura.

Denso, preciso y argumentado, La orientación es el síntoma es una prueba de lo que Marcelo Izaguirre llamó al anclaje de la enseñanza de Jacques Lacan en la Argentina.



Más información sobre este libro aquí

martes, febrero 02, 2010

Una oportunidad política*

Juan Carlos Tazedjián

Con la expresión “izquierda lacaniana” intentamos concebir a ese evento real, como el hecho “político” sobre el que un “saber hacer con” la “política” puede dirimirse, resolverse de un modo distinto a como lo hace la actitud conservadora y defensiva que promueve el miedo por aquello “desconocido” que puede llegar con el acontecimiento. Esto exige también separar, en la medida de lo posible, al psicoanálisis del “liberalismo lúcido” que se concibe a sí mismo como el único remedio infalible para la amenaza totalitaria. Este liberalismo tiene especiales dificultades para asumir que ciertas formas de explotación y desigualdad social, también constituyen una corrosión de la experiencia democrática en la sociedad civil. (Jorge Alemán)

Pareciera que la obra no tiene introducción, ya que no figura como tal, pero el “para” y los puntos suspensivos de su título son la mejor introducción posible a este inquietante libro.

Hay en esta recopilación de conferencias, textos y debates, un hilo conductor que las vertebra, y es la ardua y rigurosa tarea de contribuir a una reflexión seria “para”, “en la dirección de”, “hacia”, una izquierda del futuro. “La nota- aproximación aquí presentada, intentará entonces darle alguna verosimilitud a su título”, dice el autor.

Evidentemente, “izquierda” y “lacaniana” no parecen dos términos con vocación de estar juntos, ni en el discurso de la izquierda ni en la enseñanza del propio Lacan. Y en el intento de hacer verosímil su articulación, Alemán llega mucho más lejos de lo que pretende, sentando las bases, los fundamentos, de lo que llama “una eventual izquierda” y también “(…) algo así como una izquierda lacaniana”. Ni duda, ni vacilación, esta forma de nombrar su invención implica localizarla en el espacio propio, tanto de la izquierda como del psicoanálisis creado por Freud y recreado por Lacan: el de la conjetura . Espacio que en distintos momentos de la historia del psicoanálisis y la izquierda ha sido colonizado por el dogmatismo o la claudicación. Su propuesta tiene el incalculable valor de alejarse del primero sin caer en el eclecticismo del “todo vale mientras el relato esté bien construido” y del segundo, sin ceder a cierta tentación postmoderna de identificar los fracasos de la izquierda con una imposibilidad histórica.
“¿Qué significa ser de izquierda en el siglo XXI?” Alemán intenta responder a esta pregunta desarrollando ciertos puntos que trabaja “a la vez -dice- que intentaré determinar en qué puede consistir lo que llamo una izquierda lacaniana” . Y ese “a la vez” nos indica que, aunque no se trate de lo mismo, no son cosas distintas. No hay otra forma de realizar esta demostración sin el recurso discursivo que permite la banda de Moebius, esa figura topológica que en apariencia tiene dos caras pero que nos damos cuenta que es una cuando pasamos del exterior al interior, o viceversa, sin atravesar ningún borde. Dicho de otra forma: el lacanismo no es la cara interior de esa posible izquierda ni la izquierda es la súper-estructura de un lacanismo que está en la base.

Mi hipótesis es que Alemán, sin asimilar izquierda con lacanismo, nos dice que la izquierda del siglo XXI será lacaniana o no será. Lo cual no quiere decir que su discursividad estará impregnada de términos lacanianos sino que es en la enseñanza de Lacan sobre el sujeto, la segregación, la dominación, el discurso del amo, el discurso capitalista, la tiranía del superyo, la ideología como “lugar privilegiado en la fijación del sujeto a su realidad fantasmática” donde podemos encontrar los puntos de anclaje que nos permitan pensar una izquierda posible del futuro, capaz de producir la desestabilización del sujeto autista-consumista del neoliberalismo.

La propuesta de constitución de esta izquierda, requiere la previa deconstrucción de una izquierda “clásica” para la que el capitalismo es una necesidad histórica y el socialismo tiene en el horizonte el ideal de una sociedad sin antagonismos, reconciliada consigo misma, es decir apolítica. Ideal del que Freud y Lacan demostraron su carácter fantasmático, por ser lo que viene a taponar “la fractura incurable y sin solución” del sujeto, tanto en lo más singular como en lo social. Alemán se hace cargo de este “pesimismo” freudo-lacaniano, descubriendo en su propio seno, lo que llama “una oportunidad de política”. Entiendo esta oportunidad como una de las traducciones posibles del Kayrós griego, hijo de Chronos, cuyo tiempo es el del momento justo, la ocasión. El autor habla de una temporalidad- distinta a la del progreso- la del futuro anterior: “Lo que habré sido para lo que estoy llegando a ser…”. Temporalidad que, a mi criterio, no sólo no se opone sino que es solidaria del kayrós, ya que “lo que habré sido” es inseparable del momento oportuno de la decisión.

Esta noción, de origen sartreano y retomada por Lacan, es un punto clave de la propuesta de Alemán. “…la expresión izquierda lacaniana, es entre otras cosas un modo de volver a poner en cuestión el valor de la decisión, cuando se toma desde un fondo indecidible y sin garantías. Esto también implica indagar qué es una decisión en política, especialmente cuando ésta no remite al campo del cálculo utilitario de los semblantes, o dicho de otra manera, cuando se trata de una decisión que no está de entrada promovida y amparada por el discurso del amo” . Este fondo indecidible y sin garantías no es un fallo, ni una carencia de la aproximación de Alemán; por el contrario, es algo así como la marca de origen, el sello inaugural de una izquierda que pueda llamarse lacaniana, donde ningún Otro del dogma, del saber, de la predicción iluminada o de la evaluación técnica de su legitimidad, pueda cortar las alas del riesgo, la invención y la creación.

Por todo esto, los puntos suspensivos abren un espacio para lo no-sabido, para la docta ignorancia. Son puntos que mantienen “en suspenso” al lector, intimándolo a hacerse cargo con su decisión, de consentir a su inclusión activa en la provocación del autor. Después de leer la última página, alguien puede cerrar el libro y darse cuenta de que es de izquierda o que es lacaniano. Pero no basta con enterarse- como Monsieur Jourdain- que se habla en prosa, es preciso, al decir de J.-A. Miller, “un esfuerzo de poesía”. En otras palabras, ni ser de izquierda ni ser lacaniano, pueden pensarse de la misma forma antes y después del último libro de Jorge Alemán.

* Publicado en el nº 263 de El Viejo Topo. Con la amable autorización del autor.

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Presentación: El dolor y los lenguajes del cuerpo, de Santiago Castellanos

Por Rosa López


He sido testigo de la trayectoria de Santiago Castellanos en el psicoanálisis desde sus comienzos, de modo que he podido verificar directamente cómo se produjo su pasaje del discurso medico al discurso analítico. No creo que este proceso haya sido sencillo, ni que sea el resultado de una progresión en la formación, pues realmente supone un verdadero salto cualitativo como demuestra el libro que tenemos hoy sobre la mesa.

¿Por qué digo esto?, porque “ser médico” es algo que otorga una fuerte identidad y que implica una posición frente a la enfermedad muy arraigada, basada en el deseo de curar. Deseo que inicialmente parece muy loable, pero que tiene sus serios inconvenientes pues, en ocasiones, se impone sobre la verdad de lo que está en juego en el sufrimiento humano, desconociéndola y cortándole el paso.

Conocemos la figura del medico que, situándose en el lugar del amo, detenta el saber con una suerte de omnipotencia que no admite cuestionamiento alguno. Hay muchos chistes sobre esta característica, recuerdo uno que dice: “¿En qué se diferencia un medico de Dios?. En que Dios no se cree medico...”

Pero también conocemos, y cada día más, el médico que se siente en la impotencia pues verifica cada día cómo sus conocimientos no alcanzan para dar cuenta de la complejidad de lo que no anda en los seres hablantes.

Es a estos médicos, divididos en su función, sensibles a las singularidades de cada paciente, decididos a que la impotencia de la práctica no les lleve al ejercicio de un poder, a los que este libro les puede abrir un importante horizonte.

Pero no es un libro exactamente escritos para médicos, es un libro para psicoanalistas, pues siendo el resultado de un largo trabajo de investigación en la obra de Freud, y sobre todo en la de Lacan, nos proporciona un ordenamiento sistemático del saber del psicoanálisis sobre el cuerpo, de un enorme valor, insisto para los psicoanalistas.

Podría parafrasear a Wody Allen en su “todo lo que usted quería saber sobre el sexo”, pero me parece muy manido. ¿Cómo decirlo de otra manera? Hagan un estudio del texto y obtendrán una perspectiva completa de los lugares en los que Lacan habla de los lenguajes del cuerpo, las enfermedades o el dolor. Por supuesto, cada una de estas citas pueden profundizarse más y más, en ese sentido no hay completud posible, pero si no me equivoco están todas recogidas. Por tanto, es una guía formidable de estudio sobre la materia. Pero no sólo eso, es además muy aclaratoria.

Convengamos que la comprensión de Lacan no es fácil y que requiere de un dominio de lenguaje psicoanalítico importante. Pero aún cuando ya estemos habituados a los significantes lacanianos y conozcamos los fundamentos de su enseñanza, siempre tendremos la impresión de no saber cómo articular unos conceptos con otros, o también de no encontrar la manera de conciliar claramente la teoría con la práctica.

Santiago Castellanos lo ha conseguido y lo digo honestamente, no sólo porque es un buen amigo, sino por el efecto de clarificación que a mí me ha producido. Tantas veces he leído esas frases de Lacan y sin embargo tras la lectura del libro las entiendo mejor que antes.

¿Por qué menciono todo el tiempo a Lacan y no tanto a Freud? Se debe a una percepción particular de mi lectura. Para mi gusto, insisto en esto, la primera parte del libro dedicada a Freud es interesante y aclaratoria, pero no tiene la misma fuerza que la segunda dedicada a la enseñanza de Lacan. Hay un punto de inflexión en el que el texto de Santiago empieza a cobrar vuelo y despega, suscitando entonces un deseo de continuar con la lectura, subrayar cada párrafo, tomar notas y finalmente obtener una especie de satisfacción.

En esta última parte están recogidos los desarrollos de la enseñanza de Jacques Alain Miller, con los que Santiago Castellanos nos proporciona una rigurosa clínica diferencial sobre el cuerpo: desde los síntomas neuróticos, pasando por los fenómenos psicosomáticos y culminando en los fenómenos de cuerpo propios de la psicosis.

Hasta ahora no he mencionado lo que considero es la característica fundamental de “El dolor y los lenguajes del cuerpo”: la abundancia de casos clínicos.

Fíjense como empieza: “Unos años después de iniciarme en el trabajo de la medicina acudió a mi consulta una joven actriz aquejada de un dolor intenso en la rodilla que le impedía caminar y trabajar...”. Comienza directamente, sin preámbulos, con un caso clínico con evocaciones freudianas: el medico al que la bella histérica pone a trabajar sobre la causa psíquica. Tras este arranque tan a pie de la clínica, encontraremos, durante el resto del libro, cómo la teoría está permanentemente ilustrada con los casos.

En el segundo capitulo toma prestado una paciente de Freud: la famosa Isabel Von de R (verdadero paradigma de lo que ahora se ha dado en llamar “fibromialgia”), y en el capitulo sobre el Fenómeno Psicosomático hay un extenso comentario del testimonio de Pase de Patrik Montribo, pero el resto de los ejemplos proceden de su propia clínica.

Además del caso de la bella actriz, si me permite Santiago denominarlo de este modo, he tratado el resto de las ilustraciones clínicas, que paso a comentar brevemente.

2) La mujer de 68 años diagnosticada de fibromialgía, muy medicada desde hace años, y por si fuera poco víctima de las peores terapias, que le ofrecieron interpretaciones como esta: “Lo que le pasa es por una enfermedad vírica, por un hijo y por una separación”. ¡Que “melange” de causas! ¡Que confusión para el sujeto!.
Un caso de iatrogenia medica y psicoterapéutica, una peor que la otra.

3) La mujer que no podía tragar y a la que el especialista de la endoscopia le hace un diagnostico diferencial sobre la marcha diciéndole que lo que tiene es un “bolo histérico” y añade “no se preocupe, yo mismo he padecido un bolo histérico”. Un bonito ejemplo, que nos muestra cómo los médicos de ahora no solo no ignoran los síntomas histéricos, sino que simpatizan con ellos, para mayor perplejidad del paciente.
4) El hombre de los 24 botes de orina, que siguiendo la demanda medica había realizado el enorme esfuerzo de contabilizar el goce del cuerpo en 24 frasquitos perfectamente etiquetados para ver cómo la auxiliar de clínica iba a mezclarlos todos, medir la totalidad del liquido y después tirarlo. Al tratarse de una psicosis maníaco depresiva, la reacción de agitación del paciente no se dejo esperar.

5) La mujer que pasa del dolor mudo en el cuerpo al síntoma analítico que la permite interrogarse por su feminidad, su sexualidad y su relación de pareja. Caso en el que se verifican claramente los efectos de la escucha psicoanalítica, que sitúan el síntoma en su lugar. Con este caso, el autor teje una respuesta sobre la cuestión abierta por la estadística medica que revela que la fibromialgia es una enfermedad de mujeres.

“Las relaciones de estrago con la pareja son una constante en la clínica de la fibromialgia”. “La demanda de amor ocupa en la sexualidad femenina una función incomparable en relación con lo masculino”. “El goce femenino no tiene la localización estable de la sexuación masculina”. Son frases que extraigo del texto con las que se demuestra que el psicoanálisis es un discurso que ha podido pensar a la mujer como ningún otro.

6) Pero no toda afectada de fibromialgia quiere separarse de ese significante que la otorga una identidad y consentir al análisis de la causa sexual, como ilustra otra paciente de 57 años que tras un período de entrevistas preliminares de un año aparecen sus dificultades para experimentar el placer sexual y decide no continuar el tratamiento.

7) Hay otro caso en el que se verifican no sólo los efectos terapéuticos rápidos, sino lo que es más importante, el hecho de que se conservaron con el tiempo. Efectos que surgen tras un arduo trabajo en el que el sujeto ha de poner en juego cómo el dolor y el goce basculan entre la relación con la madre y el amor de los hombres. El discurso hace un giro y el sujeto pasa de hablar del dolor a hablar del amor, de manera que en la quinta entrevista consigue establecer con precisión el nudo en que está embrollada.
8) Pero no todo son éxitos en el psicoanálisis, pues además de aquellos sujeto que no consienten al tratamiento porque no quieren saber nada de la verdad, están aquellos que pueden llegar a agravarse. Para ilustrar las mayores dificultades de la clínica, Santiago aporta un caso en el que tras el diagnostico de fibromialgia se enmascaraban graves fenómenos psicosomáticos y un profundo cuadro depresivo, lo que le permite entrar en la teoría lacaniana sobre lo psicosomático.

9) En el terreno de las psicosis hay un ejemplo que es como la guinda del pastel. El caso del ilusionista. Se trata de un hombre de mediana edad con temores hipocondríacos que ha pasado por años de tratamientos conductuales absolutamente infructuosos y que gracias al análisis consigue construir una saber hacer que le permite una pacificación del goce invasivo que padecía.

10) Finalmente Gonzala de 45 años nos ilustra una cuestión clínica que probablemente sólo los psicoanalistas podemos captar, pues parece encerrar una paradoja. Cuando el sujeto tiene recurso simbólicos muy escasos (psicosis sin delirios bien constituidos) la fibromialgia es en sí misma un recurso para seguir enganchada al Otro (Centro de Salud, especialistas etc). Una forma posible de hacer la vida habitable. Entonces, se trata de “consentir como un mal menor, que la paciente pueda realizar esos recorridos con la menor iatrogenia posible”.

* Comentario realizado en la presentación del libro “El dolor y los lenguajes del cuerpo” en Madrid.


(from LA BRUJULA Semanario de la ELP Madrid nº 176, a 29 de enero de 2010)

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